POEMA EN PROSA

AUTOR: LUIS ALEJANDRO MENDOZA MALDONADO 

–HERMOSILLO. 

Geólogo por la Universidad de Sonora. Ha participado en el curso de escritura poética "Una ventana inmensa: un año, un libro de poemas" de la Escuela de Escritores del Instituto Sonorense de Cultura (ISC). 

¿Quién no se cansa de su propio peso? A mí se me curvea la espalda cada día más, es una escoliosis congénita, que tuvo que ser señal natalicia de mi futuro sobreesfuerzo. Me la heredaron mis padres, tal vez, o quizá fue mi invento. Sí, creo, que la mía es puro invento de una cabeza que no tiene nada mejor que hacer en sus días. Yo me canso a diario por mi peso extraño. Digo extraño porque no es el típico kilaje del adulto funcional que carga todo su mundo sobre sus brazos al recubrir sus hombros con hierro y convertir sus manos en amplias plataformas de concreto. Qué más quisiera yo, tener un peso real, tangible e incuestionable. Pero no, mi carga es una columna de puro aire, del más denso. Es un flujo constante sobre mi cabeza que me mantiene oprimido al suelo. Es una chimenea que llega hasta el cielo y derrocha nubes de vapor sofocante. Es presión en todo mi alrededor, pues, aunque mis brazos a duras penas logren penetrar a lo alto entre los ladrillos transparentes para intentar repeler tan sólido pilar, sobre mis costillas desprotegidas siento golpes que me sacan el respiro y me hacen bajarlos de nuevo. ¿Y saben qué lo hace más difícil? Esto es un sistema abierto en un solo sentido, todo entra, nada sale. 

Sí que es cansado cargar con este peso, especialmente cuando no puedes hacer que otros lo noten. No se sí ustedes sean capaces de imaginar una presión así, porque así debe ser, imaginada. Tendrían que ponerse sobre zapatos inexistentes que, en realidad, les quedan a todos, pero quien no los ve, se salva de cualquier esfuerzo contra el viento, mientras que el que presiente que están ahí, se vuelve víctima de lo ficticio. Realmente no le deseo a nadie un peso inexistente y me complace saber que la mayoría de las personas tienen mejores cosas que lidiar en su mente. Aunque un día un amigo me dijo que todos pasábamos por un peso parecido, y yo le contesté que era probable, pero muy pocos con tanta disciplina y empeño como el mío.